lunes, 30 de marzo de 2015

querido eduardo 4(epílogo)

En la institución y sacramento del matrimonio aprendí a desaparecer para perderme en el apellido de alguien que me tomó como su propiedad privada.Permanecí en la sombra muchos años.Sin embargo,un día ví la luz del sol y sentí su calor recorriendo cada centímetro de mi ser.Me entregué a esa sensación y la seguí para ver cuán lejos me llevaba.Fue el día en que mi pecho se abrió como una flor.Estaba en presencia de otra mujer.Y me enamoré de ella.Fue simple:solamcente estar en paz con ese sentimiento.Asumir mi propia elección sexual fue gratificante para mi espíritu y degradante para mi nombre o razón social.El dedito acusador de los que defienden una sola forma de vivir la vida me señaló durante largo tiempo en un pueblo tan chico que el diablo de puro aburrido inventa infiernos grandes para no perder su fama de mal llevado.Han pasado muchos años y sigo enamorada de la misma mujer.Me redescubro en ella,a veces zambulléndome en charcos pantanosos para curarme del pasado en el heroico acto de vivr un instante en plenitud.A través de su presencia puedo reflejar una identidad cabal y entera,sin suprimir ni recortar nada que implique al sentimiento. Mi canción es ésta,la que suena en cada fibra de mi ser.Mi canción armoniza con los atardeceres y las madrugadas.Se despelleja de espanto cuando la locura del consumismo sigue clonando robots que parecen humanos y que,además nos ofrecen paraísos artificiales de inmarcesible belleza americana.Mi canción rebosa de emoción cuando encuentra una flor que nace entre las piedras.Es la canción que suena en el tambor de los copleros con la voz del dolor de una raza cercenada por colonos y conquistadores.Suena en el sudor de los que se ganan el pan con la frente alta y el alma arrodillada clamando ser escuchados,reconocidos y abrazados.Mi canción es profana,vulgar,obscena.Mi canción incluye todo lo prohibido,lo censurado,lo reprimido.Mi canción es la que se escucha en la oscuridad de los suburbios,entre los cartoneros y los borrachos.Mi canción la susurran los travestis y las putas,los hijos de nadie,los parias que la bandera sembrada de estellas vomitó de su sistema diseñado para reducir al absurdo a la libertad en una estatua. Y la comparto con vos,querido Eduardo,porque te escucho tararearla en tus venas abiertas, cuando la sangre del sur del continente desemboca en un mar de ideas revolucionarias. Por eso en esta extensa misiva,en lugar de despedirme,camino a tu lado explorando todas las posibilidades de ser feliz .